Enchanted To Meet You

OneShot | Interactivo

estaba en su habitación admirando el vestido de esa noche. Esa noche había un baile, como a los que acostumbraba ir con sus padres. Esa noche el baile era en los Hamptons. En un salón social muy grande y espacioso. Le gustaba ir a los Hamptons, era una ciudad muy hermosa y la gente era muy hospitalaria con los turistas.

terminó de verse en el espejo y bajó a la sala, donde sus padres la esperaban.

Sus tacones resonaban contra el piso. Desde arriba pudo ver que su madre, América, vestía un vestido negro largo con zapatos plateados. Su padre, George, vestía un traje color vino. Las damas de servicio recibían las ordenes de su madre sobre el cuidado de su hijo. Cuando terminó de bajar recibió varios cumplidos de lo bella que se veía. Sus padres estaban ya un poco desesperados porque tenían muchas ansias de verla. Cuando al fin bajó George soltó un suspiro de alivio. Estaba hermosa. Su madre sonreía orgullosa, era igual que ella cuando era joven. Ya cuando todos estuvieron listos salieron rumbo al baile.

Cuando llegaron habían dos hombres con un antifaz que les cubría parte del rostro en la entrada. Mostraron las invitaciones y los hombres les entregaron un antifaz a cada uno. Esa era la temática del baile de esa noche. Todos debían de llevar una máscara para que nadie los reconociera.

Cuando entraron habían muchas personas. La pista de baile estaba repleta de parejas bailando una música de época. Se acercaron en una mesa que tenían reservada en donde se encontraba el matrimonio McGregor's, compañeros de trabajo de los padres de . Ella estaba hablando con James, hijo de los McGregor's, le gustaba su forma de ser, era un tanto cariñoso, tenía unos hermosos ojos azules y un cabello tan negro como la noche. Él era el prototipo de chico perfecto, pero había un detalle, a él le gustaban los hombres. A veces se preguntaba qué cara pondrían sus papás cuando se enteraran. Estaba segura de que sus padres estaban haciendo planes para un casamiento entre ellos dos. Una mano en su hombro la sacó de sus pensamientos. Dió un pequeño salto al estremecerse. Y volteó a donde estaba la mano. Subió la vista y se encontró con unos hermosos ojos color. Nunca había visto esos ojos, no se le hacían conocidos.

— ¿Disculpe, señorita, me concedería esta pieza? — Preguntó el Desconocido, quién le extendía la mano que antes estaba en su hombro. Ella volteó a ver a sus papás y vio que América estaba sonriendo.

— Sería un honor, joven caballero. —Dijo con un tono de gracia. Aceptó su mano y él la ayudó a ponerse de pie.

Se dirigieron a la pista de baile. Sonaba una música un tanto lenta, las parejas en la pista habían aumentado y ahora era muy poco el espacio que tenían. Los cantantes de esa noche tomaban un descanso por lo que solo se escuchaban los instrumentos. Él colocó su mano un poco arriba de la cintura de y con la otra tomaba su mano, mientras ella colocaba su mano en el hombro de él. Comenzaron a mecerse de un lado a otro. Ella estaba un poco nerviosa. Había un silencio entre ellos que él decidió romper.

Él colocó su mano un poco arriba de la cintura de y con la otra tomaba su mano, mientras ella colocaba su mano en el hombro de él. Comenzaron a mecerse de un lado a otro. Ella estaba un poco nerviosa. Había un silencio entre ellos que él decidió romper.

— Así que... Harrison, ¿cómo te trata la vida? —Le preguntó él. ¿Cómo era que él sabía su nombre?

— Bien. Disculpa que lo pregunte pero, ¿Nos conocemos? No te puedo distinguir, yo... —Fue interrumpida.

— Yo te conozco, en cambio, no sé si me recuerdes. — ¿Recordarlo? ¿Era que ya se conocían?

— ¿Nos conocemos? — Le preguntó más que confundida.

— Creo que pronto te enterarás. Ven aquí, quiero enseñarte algo. — Ella se acomodó el antifaz, el cuál se le estaba resbalando, ya que estaba sudando un poco.

Él la tomó de la mano y se abrió paso entre las demás parejas para llegar a la puerta del jardín. Una alegría como la que sentía de niña se apoderó de su cuerpo. Salieron del salón para aventurarse a la cálida noche. Era verano así que tanto los días como las noches eran calurosas. Esa noche hacía algo de aire fresco. Perfecto para la calurosa noche. Él la condujo hacia la fuente. Ella puso su mano por donde el agua corría, haciéndose una especie de obstáculo para que el agua siguiera su camino original y se hiciera uno diferente. Retiró la mano y la sacudió para quitarse los restos de agua. Él rió al verla sonreír como una niña pequeña en una feria.

— Me gusta mucho venir a este jardín. Me relaja... Es todo tan...

— Romántico. — Él la volvió a interrumpir. Ella lo miró y él tenía la mirada pérdida en una de las rosas y una pequeña sonrisa.

— Sí, todo es tan romántico. Cuando era niña soñaba con que mi príncipe me dijera que me casara con él. Era una niña patética. — Dijo riéndose de si misma mientras recordaba como era cuando era niña.

— No digas eso, estoy seguro que todas las niñas alguna vez soñaron con eso.

— Tal vez. Pero yo sí era una niña en verdad patética. Les decía a mis amigas que papá le plantó una semilla a mamá para que mi hermano naciera. —Le dijo riendo. Él rió también.

— Al menos no le preguntaste a tu maestra de inglés que se casara contigo a la edad de 10 años.

— Oh Dios Santo... ¿En verdad hiciste eso? — Le preguntó riendo.

— Al menos no le preguntaste a tu maestra de inglés que se casara contigo a la edad de 10 años.

— Oh Dios Santo... ¿En verdad hiciste eso? — Le preguntó riendo.

— Estoy hablando muy en serio. Le tuve que rogar a mi mamá que me cambiara de escuela por las siguientes 3 semanas.

— ¿Y lo lograste? —Le preguntó divertida.

— No. Fue lo peor de la vida ir caminando por los pasillos de la escuela y que todos tus compañeros te recuerden todos los días lo que hiciste a los 10 años.

— Dios, si hablamos de situaciones incómodas recuerdo que cuando tenía 13 años traté de cantar el Himno Nacional frente a toda la escuela, ni una sola palabra salió de mi garganta. Ni una.

Ambos rieron. Ella apenas recordaba que no lo conocía. Las campanadas del reloj de la ciudad tocaron 11 veces. Las 11 de la noche y ella platicando con un extraño, se dijo a sí misma.

— ¿Vas a pedir tu deseo?

— ¿Qué eso no es hasta las 11:11?

— Sí... ¿Lo pedirás?

— Tal vez... ¿Tú?

— Tal vez.

Estuvieron caminando alrededor de todo el jardín. El reloj de él empezo a pitar.

— 11:11, cariño. Pide tu deseo. — Ella sonrió y bajó la mirada. En su mente dijo: «Quiero saber quién es él». Él miró al cielo y pensó: «Que me recuerde».

— Listo. —Le dijo ella.— ¿Pediste tu deseo?

— Sí.

— Sabes que pronto tendremos que irnos, ¿verdad? Estos bailes no duran mucho.

— Sí, lo sé. De hecho, ya es mi hora de partida. Supongo que... Eh.. Te veré pronto . —Él le dio la espalda empezando a caminar en sentido contrario.

— Espera.. Te.. ¿Te irás? ¿Así solamente? — Le preguntó un tanto abrumada.

— Esperaba que dijeras eso . Siempre eras así de preocupada. — Él detuvo su caminata y regresó hacia donde ella estaba. Se acercó y la tomó por la cintura y la acercó a él y le depositó un dulce beso en los labios.

Sin decir más la soltó y ella se encontraba en un shock emocional por todo lo que había sentido en ese momento.

— Parque Brooks. Mañana. 3 pm. Pregunta por al señor de los globos. — Le dijo todo esto en un tono rápido mientras se alejaba.

Ella lo vio alejarse. Retomó su camino anterior y se adentró al salón de baile. Fue a la mesa donde antes estaba y se alegró de ver a sus padres recogiendo sus cosas.

, estábamos a punto de ir a buscarte. Qué bueno que regresaste. Tu madre estaba desesperada del cansancio. —Le dijo su padre. Ella rió levemente y asintió. Recogieron todo y dejaron los antifaces en la mesa. Cuando salieron América y se quedaron solas mientras esperaban a George, quien fue por la camioneta.

— Dime, , ¿te divertiste? — Le preguntó América.

— Sí... Estuvo... divertido.. — Dijo ella con tono pausado mientras recordaba lo que hacía unos momentos había vivido.

— Oye, ¿me dirás que pasó entre tú y el chico misterioso?

— ¿Chico misterioso? Oh, vaya, qué gran apodo, mamá. No, no te diré... Porque no pasó absolutamente nada.

— Oh, , eres tan mentirosilla como tu madre. Has aprendido de la mejor.

— Lo sé. — Dijo ella con un tono divertido.

Simplemente no podía dejar de pensar en ello. Era como, si ya lo hubiera vivido.. Todo eso, se sentía tan falso pero a la vez tan real. Saliendo de sus pensamientos se subió a la camioneta.

Cuando llegaron a su hogar ya era más de la 1 de la mañana. no tenía nada de cansancio, todavía estaba llena de adrenalina por ese beso. Estaba en una especie de trance. Solo estaba mirando el techo preguntándose: «¿qué significaba ese beso?». Pasó lo que para ella fue un largo rato. Miró el reloj/alarma que tenía en su mesita de noche: Las 2 am.

Cerró los ojos, y las escenas se reprodujeron en su mente en cámara lenta. Todo era como en una película. Sin saber más sobre el mundo, se dejó llevar al mundo de los sueños.

Cuando despertó, sentía los ojos cansados. Estaba más que cansada. Sentía todo pesado. Las manos pesadas, las piernas pesadas..e incluso el cabello pesado. Se estiró e hizo su rutina mañanera. Cuando bajó se dio cuenta que ni las damas de servicio estaban en casa. Miró el reloj de la cocina, las 12 pm. Nunca en su vida había dormido tanto.

Desayunó y salió. Ese era un buen día en Los Hamptons. El sol brillaba más que nunca, las personas paseaban a sus mascotas, otros simplemente paseaban solos. Sin saber a donde se dirigía, dejó que su instinto la llevará. Estuvo caminando unos minutos y se detuvo frente a una gran placa. "Parque Highton Brooks". Y recordó. Ese era el parque en el que el desconocido la había citado. Miró la hora, 1:47. Aún tenía algo de tiempo para ir a arreglarse.

Regresó a su casa. Corrió hacia su cuarto y abrió el armario decidiendo que sería apropiado. Bingo. El vestido de la boda de su prima. Azul con detalles dorados. Su tocador fue un desastre. Buscaba un esmalte apropiado, el rimmel estaba perdido, el enchinador roto. Estaba abrumada. Fue corriendo a la habitación de sus padres y buscó lo que necesitaba. Cuando estuvo totalmente lista faltaban 10 minutos para las 3 de la tarde. Caminó lo más rápido que pudo, evitando sudar.

Cuando llegó eran las 3:05. 'Espero que no sea tan puntual' — Se dijo a sí. Fue tan repentino que parecía que había volado hasta donde estaba el señor con los globos. Tal como el 'desconocido' le dijo. Se acercó y le preguntó por . El señor le entregó un sobre. Ella se alejó y se sentó en una banca para abrirlo y leer el contenido. Era algo como un mapa.

'Camina 7 pasos hacia tu izquierda, hasta la fuente. Luego rodea la fuente y camina hacia el árbol caído. Abre el sobre azul primero.'

Hizo lo que pidió y había dos sobres, uno rosa y uno azul. Primero el azul. Lo abrió y se llevó una sorpresa.

Dentro del sobre estaba la invitación para el baile de anoche. No decía para quién era.. Tal vez él era el organizador del baile. Abrió el otro sobre. Era una carta.

'¿Quieres saber quién soy, no? Te aseguro que lo estás pensando. Bien, si lo quieres saber camina hasta el árbol de manzanas y recoge la cesta. Lo que esta dentro te guiará hacia mi.'

Levantó la vista... El árbol de manzanas. Era un árbol demasiado grande. Se acercó a paso largo y rodeó el árbol en busca de la cesta. La encontró. Estaba cubierta con una manta morada. La removió y se sorprendió. Un cachorro. Tenía un papel amarrado al collar que decía: 'Puedes quedarte conmigo.' Sonrió y buscó dentro de la canasta. Había un pedazo de tela... 'Lo que esta dentro te guiará a mí'. Recordó. Le acercó el pedazo de tela al cachorro y él olfateó y comenzó a caminar en busca del olor. estaba detrás de él. Cada tres pasos que el cachorro daba, ella daba uno. Pasaron unos 5 minutos cuando llegaron a su destino.

Era una cascada. Muy hermoso. Se podía sentir la paz y tranquilidad. Levantó al cachorro y con él en brazos se sentó cerca de donde el agua caía. A una distancia suficiente para no mojarse. Sintió unos brazos alrededor de ella. Dió un pequeño salto, igual que ayer. Él se acerco a su oído y le dijo:

— ¿Tú no recuerdas este lugar, o sí? —Le dijo en voz baja, casi susurrando.

— Sí... Sí lo recuerdo... Recuerdo que solíamos venir cada verano, cada fin de semana. Que nos lanzábamos desde la parte más alta.

— Ugh. Sabía que no... Espera.. ¿Qué? ¿Dijiste que recuerdas todo eso? —Le preguntó el asombrado.

— Sí, te recuerdo a ti, , y también recuerdo ese accidente, recuerdo la noche en la que acampamos en el patio de Sam. Recuerdo todo. Fue como sí... De la noche a la mañana...

— Todo ha cambiado...

— Oye, ¿cuando dejarás de interrumpirme? Sabes lo mucho que odio que alguien me interrumpa cuando estoy hablando.. Odio que a veces seas tan machista. Odio tus ojos porque son los mas perfectos. Odio que...

No pudo decir otra palabra porque... fue interrumpida.. Pero esta vez, por un beso. Uno mas desesperado, no como el de ayer. Pero igual era hermoso.

— Odias que te interrumpa de esta manera. —Le dijo abrazándola.

— No tienes idea de cuánto lo odio.

— ¿Cómo es que.. de un día para otro tu..?

— Créeme, yo también me pregunto eso.

— Supongo que fue.. una especie de..

— Milagro. —Susurró ella.

— Sí. Algo así. Oye..

— ¿Mhhm..? —Dijo ella mientras colocaba su rostro en el espacio entre el cuello y la cabeza de él.

— ¿Qué fue lo que deseaste anoche? —Dijo él acariciándole la cintura por encima del vestido.

¿De qué hablas? —Dijo ella levantando el rostro para mirarle a los ojos.

— Sí... Anoche, 11.. Deseo.. —Dijo él tratando de recordarle que anoche a las 11:11 ambos habían pedido su deseo.

— Oh si.. Anoche. Bueno, ahora que ya se cumplió.. supongo que puedo decirte. Sólo si tu también me dices el tuyo.

— De acuerdo. —Asintió él sonriendo.

— Bueno, como desde la primera vez que nos vimos ayer, me cautivaste, y ya tenía la sensación de conocerte de algún lado.. Deseé que quería recordarte. Patético. Lo sé, pero.. en serio quería.. —De nuevo fue interrumpida por otro beso. — Oye, —Dijo ella separándose.— ¿cuando aprenderás a dejar de interrum....? — De nuevo, interrumpida por otro beso. Se separó. Otra vez. —En serio debes dejar de hacer eso. Ahora, dime que deseaste anoche.

— Bueno, primero, tu deseo no fue nada patético. Prácticamente los dos deseamos lo mismo. —Ella lo miró sorprendida. ¿Qué había dicho?

— ¿Qué? ¿Cómo? —Le preguntó confundida.

— Sí, bueno, verás.. Yo deseé que me recordaras. Así que.. Prácticamente deseamos lo mismo. Ambos queríamos que recordaras.

— Vaya... ¿sabes? Nuestra vida es como una película..

— No podría estar más de acuerdo contigo. —Dijo él asintiendo.

— Deberían de hacerla una película. —Le dijo ella sonriendo.

— ¿En serio? Yo creo que deberías escribir un libro sobre ella. Y que sea un best-seller. Así podré decir que mi novia es la autora de uno de los libros más vendidos en todo Estados Unidos. Y lo más importante.. Que ese libro, esta basado en una historia real. Nuestra historia.

— Lo pensaré. Si me convences.. Tal vez y la escriba. Sería perfecta para mi trabajo en la universidad.

— Claro que la escribirás. Te irá excelente en la universidad. Tienes un don. Trata de describirme más guapo de lo que ya soy.

— Hola, señor soy-el-mas-guapo-del-mundo. —Le dijo ella irónica.

— Y claro, a ti también te puedes describir más hermosa que .

— ¿Qué no lo soy? — Le dijo ella chistosa. Él solo sonrió nervioso..

— Ehh.. Cariño. Sabes que te quiero.. — Dijo él tartamudeando..

— ¡! — Le dijo ella enojada.

— Tranquila, tranquila, amor. Sabes que eres más hermosa que todas las modelos. Y también tienes algo que te hace diferente a ellas.

— ¿Qué? ¿Qué es lo que me hace diferente a las demás? — Le dijo ella intrigada.

— A parte de que tus ojos cautivan a cualquiera.. Tu tienes esa sonrisa, que parece la de un ángel. Y tienes algo que los demás no tienen.

— ¿Y se puede saber qué es eso?

— Mi corazón. — Le susurró él antes de besarla.

El beso que él le estaba dando era.. mágico. Al igual que todos los demás, especial.

se separó primero. El aire le estaba faltando. Miró los ojos del castaño, y luego miró sus labios. Subió la mirada de nuevo. Le sonrió.

— No has cambiado nada desde que nos conocimos. Sigues siendo la misma chica que casi cae en las escaleras.

— Si, tu tampoco has cambiado tanto. Siempre al tanto de lo que le pasa a los demás. Como el día en que nos conocimos.

Estaba caminando por los grandes pasillos del colegio. Era mi primer día. Llevaba una semana aquí en los Hamptons. Las gotas de lluvia chorreaban de mi chamarra. Mala idea no llevar rompevientos. A cada paso que daba, dejaba un rastro de agua detrás de mí. Buscaba el aula 17. Tenía que subir al segundo piso, según mi mapa de la escuela. Estaba tan distraída mirando el papel, que no me di cuenta cuando sentí el cuerpo de otra persona chocar contra mí. Me agarré del pasamanos, y sentí que alguien me tomaba por la cintura desde atrás. Me pude sostener de pie por mí misma, y me regresé para agradecer a mi 'salvador'. Tenía un cabello castaño muy fino, ojos grises, como una mezcla del azul mas fino y el verde mas lindo del mundo.

— Debes tener más cuidado de ahora en adelante. Si hubiera sido otra persona, solo Dios sabe qué hubiera pasado.

— Gra... Gracias. —Le dije entrecortado. Damas y caballeros, estaba viendo a la perfección en carne y hueso.

— Me llamo . .

Harrison. Encantada en conocerte.

— Prométeme una cosa. — Le dijo él.

— Lo que quieras. — Le respondió ella.

— Prométeme que, pase lo que pase, estarás conmigo para siempre. —Le dijo él tomando la mano de .

— Te lo prometo. Por siempre.

— Y para siempre. —Respondió él.